EJEMPLO DE ENTREVISTA Y SU ESTRUCTURA:
miércoles, 27 de abril de 2016
GENERO DRAMÁTICO
Se ofrece al espectador el combate entre dos antagonistas en
un momento clave del problema. La acción se desenvuelve en torno de los sucesos
de mayor tensión. Como generalmente se presenta la acción a través de los
diálogos de los interlocutores, prescindiendo de un narrador, se simboliza con
la segunda persona "Tú". Por otra parte, el conflicto planteado,
conforme vaya transcurriendo la acción, se desenvolverá hasta resolverse, por
eso está enfocada la dramática hacia el futuro.
ACTO II
ESCENA SEGUNDA
(El jardín de Capuleto, Romeo abajo y Julieta desde una ventana.)
ROMEO.— Señora, juro por esa luna bendita que corona de plata las copas de estos árboles frutales...
JULIETA.— No jures por la luna, por la inconstante luna que cambia cada mes al girar en su órbita, no sea que tu amor resulte tan variable.
ROMEO.— Y entonces, ¿por qué juro?
JULIETA.— ¡No jures en modo alguno o jura por tu encantadora persona, que es el dios de mi idolatría y así te creeré!
ROMEO.— Pero, el profundo amor de mi pecho...
JULIETA.— Bien; no jures. Aunque eres mi alegría, no me alegra el pacto de esta noche, es demasiado brusco, demasiado temerario, demasiado repentino, demasiado parecido al relámpago, que se extingue antes de que podamos decir: "¡El relámpago!..." ¡Cariño, buenas noches! Este capullo de amor madurado por el hálito ardiente del verano tal vez se haya convertido en flor primorosa cuando volvamos a vernos. ¡Buenas noches! ¡Buenas noches! ¡Que un sueño y una calma tan dulces como ¡os que alientan mi pecho te alcancen también!
ROMEO.— No me dejes así tan vacío...
JULIETA.— ¿Qué más puedo darte?
ROMEO.— Un juramento de amor constante.
JULIETA.— Ya te juré en silencio y quisiera anularlo.
ROMEO.— ¿Me lo querrías quitar? Y, ¿por qué, amor mío?
JULIETA.— Nada más que para mostrarme generosa y volver a jurártelo. Mi desinterés y mi veneración son tan ilimitados y profundos como el mar. Cuanto más te entrego, más me queda, porque mi amor y mi devoción son infinitos. ¡Oigo ruido adentro! ¡Adiós, querido, adiós!
(Fragmento de la tragedia Romeo y Julieta, de William Shakespeare, traducción de Olga Drennen)
Al hablar del género lírico se habla de un género literario donde de manera poética se intenta expresar sentimientos, emociones o ideas del autor o un determinado grupo de personas. Muchas veces se identifica este género por su escritura en verso, pero también puede ser redactado en forma de prosa.
Dentro de este género se pueden hacer clasificaciones para distinguir las distintas composiciones según sus características particulares.
Copla: estas composiciones están compuestas por cuatro versos y normalmente son utilizados en los cantos populares. Este subgénero lírico encontró sus orígenes en España y ha sido muy desarrollado en los países de América.
“[…] Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu’es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos. […]”
Don Jorge Manrique
Dentro de este género se pueden hacer clasificaciones para distinguir las distintas composiciones según sus características particulares.
Un ejemplo de ello:
“[…] Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu’es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos. […]”
Don Jorge Manrique
EJEMPLO DE GENERO NARRATIVO
El género narrativo es una forma de expresión literaria la cual tiene como función el relato de una historia la cual puede ser real o ficticia o tener algo de ambos, la narración de los hechos se realiza respetando el orden cronológico aunque en algunos casos se puede hacer por orden lógico en el que se suceden los eventos. En este género literario siempre se usa prosa y además de describirse la historia también se incluyen detalles dentro de ella como son lugares y personajes.
El género narrativo es un tipo de literatura en el que el autor usa un narrador para el relato de la historia, el narrador puede participar como una persona ajena a los hechos o puede ser uno de los personajes protagonistas o secundarios de la historia, este género además de ser usado en la literatura también se usa en medios de comunicación actuales como son la radio, televisión, cine e incluso en los noticieros donde es el reportero quien hace las veces de narrador de algún hecho o evento. Este género literario es uno de los pilares en los que se basa la estructura de cuentos y novelas, es a través de este recurso literario que se puede ubicar al lector dentro de la historia siendo de esta forma más comprensible las características de los personajes y eventos que ocurren en la trama.
EJEMPLO DE ELLO ES:
Las cuatro de la tarde ya y aún no se ha levantado un soplo de brisa. El calor solar, que agrieta la tierra, derrite y liquida a los negruzcos segadores encorvados sobre el mar de oro de la mies sazonada. Uno sobre todo, Selmo, que por primera vez se dedica a tan ruda faena, siéntese desfallecer: el sudor se enfría en sus sienes y un vértigo paraliza su corazón.
¡Ay, si no fuese la vergüenza! ¡Qué dirán los compañeros si tira la hoz y se echa al surco! Ya se han reído de él a carcajadas porque se abalanzó al botijón vacío que los demás habían apurado...
Maquinalmente, el brazo derecho de Anselmo baja y sube; reluce la hoz, aplomando mies, descubriendo la tierra negra y requemada, sobre la cual, al desaparecer el trigo que las amparaba, languidecen y se agostan aprisa las amapolas sangrientas y la manzanilla de acre perfume. La terca voluntad del segadorcillo mueve el brazo; pero un sufrimiento cada vez mayor hace doloroso el esfuerzo. Se asfixia; lo que respira es fuego, lluvia de brasas que le calcina la boca y le retuesta los pulmones. ¿A que se deja caer? ¿A que rompe a llorar? Tímidamente, a hurtadas, como el que comete un delito, se dirige al segador más próximo: -¿No trairán agua? Tú, di, ¿no trairán? -¡Suerte has tenido, borrego! Ahí viene justo con ella La Sordica... Anselmo alza la cabeza, y, a lo lejos sobre un horizonte de un amarillo anaranjado, cegador, ve recortarse la figura airosa de la mozuela, portadora del odre, cuya sola vista le refrigera el alma. De la fuente de los Almendrucos es el agua cristalina que La Sordica trae; agua más helada cuanto más ardorosa es la temperatura; sorbete que la Naturaleza preparó allá en sus misteriosos laboratorios, para consolar al trabajador en los crueles días caniculares.
¡Si Anselmo no se contiene al encuentro de la zagala, saltaría, a manera de corzo, cuando ventea el manantial cercano!
Como si La Sordica adivinase dónde estaba el más sediento, el más ansioso de aquellos desheredados, recta venía hacia Anselmo, gallardamente enhiesta para sostener el odre mejor, y en la mano una cantarita de añadidura, una cantarita de barro salpicada de divinas gotas de humedad, que a la luz del sol relucían como sueltos brillantes... Y llegándose al segador novicio -leyendo en su cara amortecida la necesidad- le tendió la cantarita, a la cual pegó Anselmo los labios con un suspiro violento, que parecía un sollozo...
Al anochecer, cuando los enormes carros iban camino de las eras, cargados de gavillas, Selmo y La Sordica volvían juntos, por la senda que rodea el lugar; y el mozo decía a la zagala, muy cerca del oído, sin duda a causa del defectillo que declara el apodo:
-Na, mujer; en la chola se ma ha metío y en el querer muy aentro... Tú vas a ser mi novia... No me des un esaire, borrega, que me gustas más que el agua de tu cantarita...
¡Ay, si no fuese la vergüenza! ¡Qué dirán los compañeros si tira la hoz y se echa al surco! Ya se han reído de él a carcajadas porque se abalanzó al botijón vacío que los demás habían apurado...
Maquinalmente, el brazo derecho de Anselmo baja y sube; reluce la hoz, aplomando mies, descubriendo la tierra negra y requemada, sobre la cual, al desaparecer el trigo que las amparaba, languidecen y se agostan aprisa las amapolas sangrientas y la manzanilla de acre perfume. La terca voluntad del segadorcillo mueve el brazo; pero un sufrimiento cada vez mayor hace doloroso el esfuerzo. Se asfixia; lo que respira es fuego, lluvia de brasas que le calcina la boca y le retuesta los pulmones. ¿A que se deja caer? ¿A que rompe a llorar? Tímidamente, a hurtadas, como el que comete un delito, se dirige al segador más próximo: -¿No trairán agua? Tú, di, ¿no trairán? -¡Suerte has tenido, borrego! Ahí viene justo con ella La Sordica... Anselmo alza la cabeza, y, a lo lejos sobre un horizonte de un amarillo anaranjado, cegador, ve recortarse la figura airosa de la mozuela, portadora del odre, cuya sola vista le refrigera el alma. De la fuente de los Almendrucos es el agua cristalina que La Sordica trae; agua más helada cuanto más ardorosa es la temperatura; sorbete que la Naturaleza preparó allá en sus misteriosos laboratorios, para consolar al trabajador en los crueles días caniculares.
¡Si Anselmo no se contiene al encuentro de la zagala, saltaría, a manera de corzo, cuando ventea el manantial cercano!
Como si La Sordica adivinase dónde estaba el más sediento, el más ansioso de aquellos desheredados, recta venía hacia Anselmo, gallardamente enhiesta para sostener el odre mejor, y en la mano una cantarita de añadidura, una cantarita de barro salpicada de divinas gotas de humedad, que a la luz del sol relucían como sueltos brillantes... Y llegándose al segador novicio -leyendo en su cara amortecida la necesidad- le tendió la cantarita, a la cual pegó Anselmo los labios con un suspiro violento, que parecía un sollozo...
Al anochecer, cuando los enormes carros iban camino de las eras, cargados de gavillas, Selmo y La Sordica volvían juntos, por la senda que rodea el lugar; y el mozo decía a la zagala, muy cerca del oído, sin duda a causa del defectillo que declara el apodo:
-Na, mujer; en la chola se ma ha metío y en el querer muy aentro... Tú vas a ser mi novia... No me des un esaire, borrega, que me gustas más que el agua de tu cantarita...
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